Desperté y el gesto retraído en mi cara se hizo inevitable, intenté volver a dormir, no pude, la cama no era mía. Camino a casa pensé que tenía gastritis, más tarde asumí que lo que tenía era un poema atorado en las entrañas ya casi llegaba a la garganta, ya casi.
Al final, llegaron lágrimas y cartas suicidas bilingües y mal escritas pero sin desenlaces fatídicos (whoknows!).
Consejo entrañable y comprobado: cuando uno no entiende qué es lo que pasa, no hay que escuchar a Fito (aún y cuando pienses que te ayudará la de Cable a tierra), hay que escuchar a los Beatles pero con volumen bajo y que sea del Rubber soul para atrás.
Increíble, yo que pensaba que todo esto se trataba sólo de un poema dentro.
3 comentarios:
Tú sí que sabes de música.
¡Alimenté a los pececillos! ¿Sí? ¿Dos veces "c"?
EL OJO QUE TODO LO VE Si algún día piensas en tirarlo mejor mándamelo con dedicatoria :)
quiero mas poesia
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